
Zerocalcare regresa al universo de Cortar por la línea de puntos con Este mundo no me hará mala persona, volviendo a desnudarse y a mostrar sin tapujos sus contradicciones y defectos más vergonzosos, y con los que cualquiera de nosotros nos sentiríamos identificados. Es decir, lo ha vuelto a conseguir. ¿No habías oído hablar del estreno? No te preocupes, puede que alguien haya querido que sea así. Pero antes de eso, vamos a introducir la serie. Una historia que recupera ese espíritu político y rebelde tan característico de los cómics de Zerocalcare, sin miedo a mojarse en los temas más polémicos, y que en la original Cortar por la línea de puntos tan solo se podía entrever. Aquí no, Calcare no se rinde a una explotación blanqueada de su obra.
El punto de partida es —y no como indica la sinopsis de la propia plataforma— la llegada al barrio de 35 personas libias, que se quedarían en un centro de acogida si los vecinos romanos les aceptan. Zerocalcare se mete de lleno así en un conflicto tan italiano –y europeo– como aterrador; el auge de la extrema derecha, la xenofobia y la manipulación política. Y lo hace de una manera brillante, sin banalizar un problema que ya es parte de nuestra sociedad, acercándose al racismo de la clase obrera, buscando sus grises y contradicciones, y sin la ingenuidad de pensar que todo es respetable. Una decisión artística, pero también política, que define a Este mundo no me hará mala persona y que ni siquiera se menciona en el tráiler. Algo un poco extraño.

Fotograma de Este mundo no me hará mala persona
Ojalá dedicar el artículo a la honestidad con la que trata Calcare a sus personajes, la brillantez de su lenguaje o esa manera tan desgarradora de construir finales perfectos. Pero sobre eso ya habla la propia serie y, tal vez, sea mejor pararnos a pensar por qué no has oído hablar de un proyecto en el que Netflix ha invertido tanto.
Este mundo no me hará mala persona, un fantasma en un océano de contenido
Muchas veces escuchamos eso de que Netflix fabrica éxitos y decide qué es un boom y qué no antes del propio estreno. Al fin y al cabo, con unos datos de audiencia absolutamente opacos y donde solo podemos fiarnos de lo que dice la propia plataforma, es fácil caer en esos pensamientos conspiranoicos. ¿Y quién va a poner en duda lo que afirma la publicidad de una marca? ¿Quién es tan tonto como para pensar que ese producto “ecológico” no lo es tanto si tiene una etiqueta que lo afirma? ¿Quién iba a cuestionar el capitalismo? Irónicamente, lo haría Zerocalcare, pero volviendo al marketing de Este mundo no me hará mala persona, ¿por qué íbamos a creer esa estupidez de que un original de Netflix es un fracaso autodefinido por la propia plataforma?
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Tal vez, por el hecho de que Netflix no haya dedicado un mísero tuit a la promoción de la serie. O que en su sala de prensa no haya ni una sola noticia sobre el estreno. O que ni siquiera tengan en su canal el tráiler para España, y tan solo lo encuentres —con dificultad— en algún medio externo que lo subió aprovechando una pasajera polémica sobre el doblaje, hará ya varias semanas. Y hablando de medios, ¿ninguna de las principales revistas sobre series dedica una crítica a Zerocalcare? Tampoco quiero criminalizarlo, si ni la propia plataforma se empeña en posicionar su contenido, qué necesidad tendremos los medios de publicar entradas en las que nadie hará click —tal vez en Milana deberíamos aprender un poco—.

Fotograma de Este mundo no me hará mala persona
Y sé que el éxito de Cortar por la línea de puntos está muy lejos de ser tan grande como, por ejemplo, el de Stranger Things. Pero creo que una serie que está presente en todas las webs de cine como una de las series de animación mejor valoradas en los últimos años, tanto por la crítica como por los usuarios, merece oír hablar de su segunda parte. Porque no, Este mundo no me hará mala persona no fue concebida para esos pocos bichos raros a los que nos gustó la original, sino que quiso llegar a un gran público e invertir mucho más presupuesto. Solo hace falta ver la duración, número de personajes y fondos, o los derechos de la música que utilizan. Porque no gastas ese dinero en canciones tan, podemos llamar, generalistas, si lo que querías en un principio no era captar al público, valga la redundancia, generalista. No es lo mismo Ragazzo Malato de Cortar por la línea de puntos, que canciones como Spirits en Este mundo no me hará mala persona. No creo que sea un dato sin importancia, usar una canción como esa no cuesta pocas decenas de miles de euros (siendo generoso).
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Netflix, mucho ruido y pocas nueces
En cualquier caso, nada de esto responde a la contradicción de que Netflix pueda crear un original y no quiera que funcione. Al fin y al cabo, estas teorías conspiranoicas son las que surgen cuando no tienes acceso a una realidad —en este caso los datos de audiencia o la estrategia comercial de Netflix— y cualquier cosa es posible. Como cuando te duele la garganta y, hasta que no vas al médico, puedes tener desde un constipado hasta un cáncer. O como cuando no llegas a fin de mes y la culpa puede ser de tu jefe o, si lo dice un cartel en el centro de Madrid con una tipografía impactante, hasta de las personas inmigrantes. En un abanico de posibilidades tan grande cabría pensar cualquier cosa. Incluso que la promoción en nuestro país de una serie como Este mundo no me hará mala persona podría tener que ver con ciertas elecciones venideras. Esas en las que decisiones políticas como las que Zerocalcare pone encima de la mesa, sin tapujos, son decisivas en el voto.

Fotograma de Este mundo no me hará mala persona
Aunque tampoco hay que mear fuera del tiesto, nada nos dice que esto sea así. También es posible que, simplemente, Zerocalcare haya tenido la mala suerte de coincidir con la promoción de las nuevas hostias de Arnold Schwarzenegger versión 17.0. O que esto solo sea un ejemplo más de esa sobreproducción de Netflix que hace a un 99% de su contenido invisible, como ya pasó con las últimas películas de Linklater o Baumbach. Pero aun así, con elecciones o no, la decisión de Netflix de mojarse con un artista tan antifascista y anticapitalista como Zerocalcare y darle la libertad creativa que quiere es tan esperanzadora como desgarradora su cobardía a la hora de exhibirla.
Aún más paradójica es esta apuesta de la N roja cuando en la propia trama de la serie el debate sobre qué presencia darle a estos temas en los medios de comunicación está presente. Como le dice uno de los personajes, productor de cine, al propio Calcare:
«Tú unes a la gente, y eso es lo que debes hacer. Unir, no dividir. Vive las injusticias y, cuando estés a punto de explotar, sigue con tus mierdas».
Afortunadamente, Calcare decidió no tener por qué gustar a todo el mundo.
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