
Viendo tick, tick… BOOM! (Lin-Manuel Miranda, 2021), recién estrenada en Netflix este noviembre, no pude evitar pensar que estaba viendo algo que se había creado hace poco. Esa era la virtud de Jonathan Larson: ser atemporal. Rent, su opus magna, así lo demuestra: se estrenó en Broadway en 1996 (el mismo día que murió repentinamente de una aneurisma) y se representó 12 años en sus teatros. Ganó un premio Pulitzer y un Tony, y se rodó una película, una filmación en vivo y un especial para televisión. Y sigue siendo igual de relevante hoy en día. Como bien dicen en tick, tick… BOOM!: cambió lo que se podía hacer en un teatro musical de Broadway. Ese es un legado que hoy recoge su director, Lin-Manuel Miranda, creador de historias tan diferentes y diversas como In the Heights o Hamilton.
Pero tick, tick… BOOM! es un monólogo rock que Jonathan Larson escribe antes de Rent. En él, su protagonista (Jon Larson) está desesperado: lleva 8 años intentando vender una ópera rock, Superbia, sobre una distopía futurista que nadie entiende, malvive en la Nueva York de los 90, que es especialmente cruel con sus artistas y, lo peor: está viendo cómo muchos de sus amigos mueren por culpa del VIH.
La adaptación a la pequeña gran pantalla, encabezada por un Andrew Garfield que desaparece en el papel de Jon, ayuda mucho a entender este musical dentro de un musical. Pero, sobre todo, es el guion adaptado y la música de Jonathan Larson los que nos terminan de conquistar. Acabamos la peli y sentimos como, sin querer, su compositor nos estaba enseñando lecciones muy importantes, tanto vitales como para los que ansían ser artistas o creadores. Hoy vengo a hablaros de algunas de estas lecciones:
No pares de crear (el reloj hace tick, tick...)
Tanto la película como el monólogo rock original, empiezan con la maravillosa 30/90. Una canción que parezca premonitoria de la vida de Jonathan Larson: en ella, se lamenta de cumplir los 30 en los años 90 sin haber conseguido sus sueños, ya que eso lo convierte en un fracasado (algo real en los 90, poco realista ya hoy en día), y nos cuenta cómo siente una cuenta atrás que le persigue. Ese “el mundo me llama, es ahora o Nunca Jamás” que canta al final deja clara la tesis de la película (y su capacidad premonitoria): su momento era ese, no podía parar de crear, ya que aunque ese tick, tick fuese una metáfora de su ansiedad al fracaso y de envejecer sin conseguir sus sueños… También era una cuenta atrás literal de lo que le quedaba de vida.
Escribe sobre algo que conozcas
Su representante, Rosa Stevens —que no puede evitar recordarnos a Estelle, la manager de Joey en Friends (Marta Kauffman, David Crane, 1994-2004)— le dice esta frase a Jon cuando no consigue que se produzca el musical que llevaba 8 años escribiendo. Superbia es una historia imposible de explicar en los 90, pero que si escuchas ahora deja de ser distópica y futurista: sus personajes viven pegados a unas pantallas móviles, obsesionados con las vidas de los famosos. ¿Suena familiar? Incluso en la canción Come to Your Senses dice frases que, vistas en nuestro contexto, son realmente actuales:
“El suspense está bien si solo eres una imagen vacía que sale de una pantalla” o “no necesitas que una caja musical te diga lo que siento”… Parece que Jonathan Larson, además de un compositor exquisito, fuese adivino. Pero claro, esto no era algo que interesase en los 90: la realidad de entonces era otra. Las dos siguientes obras que escriba (tick, tick… BOOM! y Rent) tratarán sobre su vida personal, la precariedad, el VIH, las vidas de personas LGTB en los 90… Y es por esto que todas ellas triunfarán. Porque están llenas de verdad.
Hazte muchas preguntas

Fotograba de Andrew Garfield y Robin de Jesús como Jonathan Larson y Michael en tick, tick... BOOM!
“¿Vas a dejar que te guíe el miedo o el amor?” es una de las primeras frases que Michael, su mejor amigo de la infancia, dice a Jon. Esta es la pregunta principal de la película: Jon tiene miedo a no triunfar, pero todas y cada unas de sus acciones son guiadas por el amor. Hacia su pareja Susan, sus amigos, la música, el arte… Así que, cuando queda destrozado y sin idea de qué hacer al no haber conseguido productor para Superbia, su manager le da otro de los consejos más importantes: que siga escribiendo hasta que algo funcione. Y Jon está lleno de preguntas. ¿Qué mejor punto de partida? Con cientos de ellas acaba la película (Louder Than Words), y aunque Jon no nos de la respuesta de ninguna, nosotros podemos terminarla con muchas.
El futuro no está garantizado (...BOOM!)

Fotograma de Andrew Garfield como Jonathan Larson en tick, tick... BOOM!
Cuando Jon recibe una terrible noticia, tiene un momento catártico en el que duda sobre si debería dejar de lado sus sueños y vivir una vida de ejecutivo en la que no preocuparse por el dinero. Pero, cuando se sienta en un piano, no puede evitar ponerse a recordar lo que de verdad le ha hecho feliz toda su vida: la música. Con un “hago una promesa, aquí y ahora: voy a pasar mi tiempo así” se promete a sí mismo que va a pasar el resto de su vida componiendo (¡y vaya si no es premonitoria esta frase…!). El futuro no está garantizado para nadie, en cualquier momento puede acabarse nuestro tiempo en la Tierra… Así que, ¿qué mejor que pasarlo haciendo aquello que nos hace feliz?
Al final, con lo que nos quedamos de la película es algo que no es ajeno a Lin-Manuel Miranda ni a Jonathan Larson, ni incluso al mentor e ídolo de éste, que ha fallecido repentinamente hace poco, Stephen Sondheim: la importancia de los legados. Sin saberlo, Jonathan Larson estaba yendo a contrarreloj para crear un legado que le sucediese. Y aunque lo consigue, la tragedia de su historia es que nunca llega a verlo. Afortunadamente, esto es algo que tanto Miranda como Sondheim no han tenido que vivir, pero es algo que el primero ha sabido honrar con esta película.
¿Dónde puedes verla?
Puede ver tick, tick... BOOM! en Netflix.