
«Tendría tantas cosas que contarte si me escribieras, Berta».
Será verdad que los problemas son universales, porque Basilio Martín Patino capturó en 1966 la sensación de que te dejen en visto mejor que cualquier TikTok de la última semana. Nueve cartas a Berta es probablemente uno de los clásicos españoles más modernos, tan certera en el retrato de una época como universal capturando las dudas propias de juventud.
La primera película de Martín Patino recibió la Concha de Plata a Mejor Ópera Prima en el Festival de San Sebastián, que este año, por cierto, recupera la cinta para su sección de clásicos más de medio siglo después. Es buen momento para reivindicar una vez más esta película, que formó parte del Nuevo Cine Español de los 60, lo más cerca que estuvimos de tener nuestra propia Nouvelle vague.
«Fijarme en todo, para poder contártelo luego»

Fotograma de Nueve cartas a Berta
«Esta es la historia de un español que quiere vivir, y a vivir empieza».
Antonio Machado
Nueve cartas a Berta comienza con esta cita de Machado, y efectivamente cuenta la historia de un español, Lorenzo, que acaba de volver a Salamanca tras pasar una temporada en Londres, donde se ha enamorado de Berta, una hija de exiliados que nunca ha estado en España.
Lorenzo vuelve a una España que está tal como la dejó, pero que ahora parece diferente. Porque a Lorenzo le ha cambiado la mirada: todo lo ve a través de Berta. Se imagina cómo lo vería ella, que nunca lo ha conocido, cómo se lo va a contar y cómo lo interpretará desde el otro lado del canal de la Mancha.
«Fijarme en todo, para poder contártelo luego».
Las cartas de Lorenzo son la España de los 60 poniéndose un espejo frente a sí misma. Una España congelada, clic, sobre la que Lorenzo va haciendo fotografías y Martín Patino también, sorteando la censura franquista y mostrando a la juventud de esa larga posguerra, que no vivió la Guerra Civil pero ha crecido con sus consecuencias en una sociedad franquista, claustrofóbica y asfixiante, que se debate constantemente entre hacer caso a sus padres, buscarse un trabajo, una pareja y "no meterse en política" o luchar por un pedacito de libertad.
Realismo social y literatura

Fotograma de Nueve cartas a Berta
Una vez que ha conocido Londres, ese dilema se intensifica para Lorenzo, que por un lado quiere buscar a Berta, irse al extranjero o tratar de cambiar las cosas, pero a la vez reconoce que está harto de trascendentalismos, y todo su alrededor lo empuja a aceptar esa vida tranquila en la que “tan a gusto se puede estar comiendo y bebiendo bien”.
«Ya sé que vas a decirme que esto no es lo que tú quieres, que tenemos que aspirar a más, que adaptarse a este tipo de vida es como quedarse un poco muerto… (...) Si yo tuviera que vivir aquí siempre, ¿por qué no iba a ser como ellos? También debe ser bonito dejarse llevar del ambiente, despreocuparse de líos, adaptarse a la partidita diaria con café y puro».
Martín Patino hace un contraste entre este monólogo interno de Lorenzo y las imágenes de esa Salamanca de mediados de siglo: el realismo social se mezcla con la literatura. Nos muestra, de una manera formalmente muy novedosa, esa España que no se abre ante el mundo. Estructurada por capítulos, vemos al estilo documental imágenes costumbristas que se ralentizan y congelan, y escuchamos en off, mediante sus cartas, la intimidad de Lorenzo.
«Y ni siquiera sé por dónde andarás, si me quieres, si me escribes o no me escribes, si vale la pena seguir enviándote cartas y más cartas a lo tonto, llenas además de cosas fastidiosas».
Después de Berta

Fotograma de Nueve cartas a Berta
Oímos a Lorenzo declararle su amor a Berta, pero le vemos besando a su novia de España. Esa voz en off de Lorenzo nos permite ver de cerca su estupor, cómo todo lo que antes era ordinario ahora es extraño. Todo es diferente después de Londres, después de Berta.
Porque Berta no está. O, mejor dicho, Berta está como ausencia; sí que está porque ocupa muchísimo espacio. La ausencia de Berta ocupa más espacio de lo que una Berta real podría ocupar jamás. Y Berta, como Londres, se convierte en una utopía. Al final Lorenzo va a tener que decidir entre su vida real y esa utopía que ni siquiera responde sus cartas.
Lorenzo finalmente se pregunta por qué tiene que ser él quien cambie el mundo. Y (spoiler, supongo) parece que no le disgusta tanto esa vida cómoda de provincias. Al fin y al cabo, sus padres acaban de comprarse un televisor. La modernidad era eso.
Ι Leer más: Las directoras de cine españolas de la Transición
¿Dónde puedes ver esta película?
Nueve cartas a Berta está disponible en Filmin.