
La semana pasada se estrenó la versión de Spielberg de West Side Story y parece que, desde entonces, todo el mundo esté hablando de ella. Aunque, como siempre, no todo lo que se dice es bueno. El mayor conflicto entre los críticos y entendidos de cine está siendo si es mejor o peor que la original, si el virtuosismo de Spielberg es algo que añade o resta, o que si, en general, era necesario hacer un remake de una historia tan querida y valorada.
Y es que la versión original de Robert Wise, estrenada en 1961, rompió muchos moldes en cuanto a lo que a musicales se refiere: cómo se grababan, qué historias se podían contar o no y qué música se usaba. Pero, ¿es la versión de Wise perfecta? ¿Se salva, en 2021, de sufrir un revisionado y quedarse corta? ¿Es la de Spielberg una genialidad o es más de lo mismo?
Avisamos que se pueden leer spoilers de la película.
La tragedia en West Side Story

Fotograma de West Side Story (2021)
Reimaginar una película 60 años después puede ser algo beneficioso. Pero en este caso, realmente se trata de reimaginar una película que estaba ya basada en una historia de amor y tragedia tan conocida como es la de Romeo y Julieta de Shakespeare. ¿Cómo lo actualizamos sin que sintamos que estamos viendo algo poco realista y antinatural?
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Cuando llegamos al final de West Side Story no podemos evitar sentir que la muerte de Tony, aunque inevitable desde el principio, hoy en día queda un poco maniquea. Actualmente sabemos que no existen verdades absolutas, que las cosas tienen matices. Entendemos que es bastante poco probable que María siga enamorada de un Tony capaz de matar a su hermano, o que exista un Chino con tanto odio y sed de venganza que vaya buscando a Tony para matarlo sin pensarlo. Pero aún así… el amor instantáneo y la violencia sin medida triunfan por encima de todo en ambas versiones.
60 años después

Fotograma de West Side Story (1961)
Aunque la adaptación de Spielberg mantiene la tragedia original del musical y obra de teatro, añade cosas nuevas que consiguen que se eleve por encima de la original, y que la experiencia de visionado sea una mucho más positiva.
Wise se tomó muchas libertades a la hora de adaptar Romeo y Julieta: la historia de amor pasa a desarrollarse en Nueva York, y las familias enfrentadas pasan a ser bandas callejeras. El conflicto de amor imposible se da entre una chica latinoamericana y un chico blanco; solo el mensaje final es el mismo que el de Shakespeare: la violencia no lleva a ningún lado. El odio genera más odio. La muerte solo trae más muerte. Pero al utilizar un enfrentamiento racial como detonante y conflicto principal, Wise introdujo un tema muy relevante e importante que se queda ahí y no explora más.
Y el hecho de que los actores y actrices que supuestamente eran puertorriqueños fueran interpretados por actores blancos (o, desde luego, no latinoamericanos) maquillados con tonalidades de piel más oscuras no ayuda. Entendemos que esto es lo que se hacía en la época, y nos alegramos de que Spielberg lo haya remediado.
El punto de mira

Fotograma de West Side Story (2021)
Las adaptaciones sirven para corregir estos deslices. Lo hemos visto en remakes como Hairspray (Adam Shankman, 2007), en el que aún manteniéndose su ambientación sesentera, la película decide centrarse mucho más en el racismo de la época, la discriminación y las injusticias, haciendo una crítica mucho más profunda. Pero lo que pasa con West Side Story es que, realmente, el racismo no es el conflicto de la película. Lo es la violencia.
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Hoy en día hemos visto películas que critican el racismo en Estados Unidos y que lo hacen de mejor forma. Y es cierto que todo esto, aún siendo la norma hoy en día, no es algo que debamos pedirle a historias como West Side Story. Son adaptaciones de tragedias griegas con personajes arquetípicos que conocemos de sobra. Sí, es fácil sacarle fallos de guion. Podemos ponernos quisquillosos con el amor instantáneo que sufren los personajes o la maldad tan visceral que sienten otros. Pero no es una historia que pretenda ser realista; solo quiere contarnos una tragedia, entretenernos y hacernos sentir amor, ilusión, miedo o rabia. Y eso lo consigue, sin lugar a dudas.
Ahora en serio, ¿te ha gustado?

Fotograma de West Side Story (2021)
¿Se puede ver esta maestría técnica y artística y salir del cine diciendo que no te ha gustado? No. Spielberg es uno de los mejores directores de cine de nuestra generación y se encarga de recordárnoslo con West Side Story. Alejándose por completo de lo que todos entendíamos como “su estilo”, nos deja claro que no hay nada que no se le dé bien.
Con un reparto excepcional repleto de actores de musicales de Broadway (menos Ansel Elgort, el más flojo de todos), decorados de set reales y coreografías que llenan la pantalla con su grandeza, Spielberg crea una atmósfera que nos traslada a una Nueva York derruida y destrozada por grandes inmobiliarias. La yuxtaposición de ver a chicos que van de duros (que se pelean con navajas y amenazan de muerte) bailando ballet por las calles de su barrio resulta excepcional. Esta teatralización de los conflictos hace más sencillo aceptar la historia por lo que es: mero entretenimiento.
Tanto en la escena del gimnasio, donde las dos bandas callejeras se pelean en un clásico dance off, o en la nueva versión de América, en la que se lanzan a la calle y crean un número musical impresionante, Spielberg despliega toda su artillería. El movimiento de la cámara, la edición frenética, los colores brillantes de los vestidos… Todo juega a favor para crear estas escenas que se quedan grabadas en nuestras retinas.
Spielberg aporta un cambio con respecto a la versión original, que supone una nueva visión de la historia y hace que esta sea mucho más. Le entrega a Rita Moreno (al personaje de Doc) la canción de Somewhere. De repente ya no son Tony y María diciéndose el uno al otro que podrán ser libres algún día; es una mujer mayor que ha vivido demasiado, lanzando una especie de plegaria al universo, hablando con los espectadores, rogando que algún día las cosas por fin cambien. Y es uno de los momentos más emotivos.
Y es por todo esto que creo que la nueva versión de West Side Story es más de lo mismo y, a la vez, una genialidad. Y lo más bonito de todo es que pueden ser las dos cosas, y no pasa nada.