
En su 60 aniversario, recordamos esta antología “a la italiana".
Italia, 1962. Cuatro directores se reúnen para crear un estupendo plato combinado: una antología basada en los cuentos del escritor renacentista italiano Giovani Boccaccio. Sí, el mismo que más tarde adaptaría Pasolini dando lugar a su famosa Decamerón (1971). Por aquellos años, las antologías eran un formato bastante común. Por ejemplo, las italianas Ro.Go.Pa.G. (1963), Capricho a la italiana (1968) o la francesa Loin du Vietnam (1967).
El caso es que Boccaccio 70 cumple sesenta años desde su estreno. Una película algo escondida, que merece la pena descubrir. La cinta, idea de Zavattini, está producida por Carlo Ponti y Antonio Cervi. Cada episodio cuenta con un director diferente y sus colaboradores habituales. Monicelli, Fellini, Visconti y De Sica. Cada uno con su estilo, todos parten de la sátira para comentar las costumbres e hipocresías sexuales, morales y religiosas contemporáneas.
Renzo e Luciana (Monicelli)
Primer acto. Una pareja pasea por la calle fingiendo no conocerse. Si su jefe descubre que están casados, les despedirá de la empresa en la que ambos trabajan. Renzo y Luciana (Germano Giglioli y Marisa Solinas) tendrán que tomar una decisión: escoger entre la familia o el trabajo.
Partiendo de esta premisa se construye una sátira cargada de ternura. Concretamente, sobre el llamado “milagro económico italiano”, que después de la posguerra transformaría al país en una de las mayores potencias industriales del mundo. Desde coches descapotables o autobuses abarrotados hasta crecientes opciones de ocio como el cine o la piscina pública, la historia acierta en reunir los elementos de un cine influido por el crecimiento económico. ¿El resultado? Un comentario social, socarrón y sensible, sobre el amor dominado por las circunstancias.

Fotograma de Boccaccio 70 / Fuente: IMDb
Hay dos cosas que me han gustado especialmente. La primera es la habilidad de Monicelli para encuadrar la intimidad entre la multitud. Jugando con el zoom, los planos cortos o la partición de pantalla por medio de objetos en el espacio físico, los protagonistas se van encontrando y separando. Cuando les vemos solos, entran la individualidad, el amor y la intimidad. Pero cuando la cámara capta su entorno, percibimos un mundo alienado, amoral y agobiante, que encierra a los protagonistas dentro del encuadre. La destreza para juntar ambos puntos de vista es encantadora.
La segunda cuestión es el personaje del jefe. Avaricioso e insoportable (ojo a su risa), está caricaturizado como el villano de la historia. Pero perfectamente podría ser la personificación del sistema laboral y económico, dispuesto a sacrificar a sus empleados con tal de generar beneficio.
Este fue el único episodio eliminado de la cinta para su distribución internacional. Por ello, la mayoría de carteles de la película solo incluyen a los otros tres directores, quienes se solidarizaron con Monicelli al no acudir al festival de Cannes para su estreno.
Le Tentazioni del Dottor Antonio (Fellini)
No habían pasado ni dos años desde que Fellini había rodado La dolce vita (1960). Censurada en varios países (incluido España) por su “inmoralidad cristiana”, el director vio en Boccaccio 70 la oportunidad perfecta para su revancha. A modo de respuesta, satiriza la censura hasta el punto de ridiculizarla, personificada en el protagonista, que parece sacado de un cómic. Un doctor obsesivo (Peppino di Filippo) vive con el propósito de proteger y mantener la buena moral en Roma. A sus ojos, la sociedad se ha convertido en un campo de peligroso libertinaje en el que sexo, vicio y destape campan a sus anchas. Pero todo cambia cuando instalan un enorme cartel publicitario en medio de la ciudad. En él, una mujer (Anita Ekberg) con actitud seductora sostiene un vaso de leche recostada en un sofá. La imagen pondrá a prueba la moralidad del doctor, llegando a atormentarle en sueños cuando ella cobra vida.

Fotograma de Boccaccio 70 / Fuente: IMDb
Deseo y represión luchan en el ring moral. Con música de Nino Rota, el guión brilla por sus punzadas cómicas. A la vez que irónica y divertida, esta sátira también tiene una estética muy cuidada. Los elementos surrealistas y oníricos son el broche de oro, rematando así una obra crítica con cuestiones como la religión o la censura. ¿Lo mejor? Momentos brillantes, como el sueño del doctor; o escenas que provocan carcajadas, como el flashback en blanco y negro o los diálogos en la oficina del comisario.
Il Lavoro (Visconti)
Todo transcurre dentro de una casa. Entre sus amplias habitaciones y extravagante decorado, una pareja aristocrática ve peligrar su relación cuando la prensa destapa que Ottavio (Tomas Milian) ha contratado los servicios de varias trabajadoras de un burdel. En medio del escándalo, abogados y asesores se reúnen en un salón de la casa mientras la pareja resuelve el asunto en otra habitación.
Romy Schneider coprotagoniza este melodrama en el papel de Pupe, su primera colaboración con Visconti antes de Ludwig (1972). También con música de Nino Rota, la narración retrata a la burguesía como un colectivo con demasiado tiempo y dinero en sus manos. De esta forma, el trabajo es percibido como un simple pasatiempo, del que Pupe querrá formar parte.

Fotograma de Boccaccio 70 / Fuente: IMDb
La acción se dispone de forma teatral, como es habitual con Visconti, en el más serio de los cuatro segmentos. Aquí, lo cómico se vuelve amargo. Sexo, poder y riqueza encierran a los protagonistas entre líneas de diálogo hasta encontrar una solución inusual para su crisis.
El personaje de Pupe sostiene toda la trama. Así, el peso de la economía y la independencia recae sobre la figura femenina en un contexto totalmente opuesto. Jugando con acción dentro y fuera de plano, Visconti consigue convertir el drama en crítica. Son de especial belleza los planos de Pupe con el collar de perlas. Además de los gatitos, por supuesto.
La Riffa (De Sica)
El último acto de la antología está escrito por Zavattini. En él, Zoe (Sophia Loren) es subastada como premio en una rifa. Ansiosos por pasar una noche con ella, los participantes (todos hombres) se pelean por comprar hasta el último boleto. Pero Zoe tiene otros planes.

Fotograma de Boccaccio 70 / Fuente: IMDb
Este fragmento es sutil al cuestionar la conciencia social y moral. Desde la cosificación de la mujer (de la que incluso la cámara se hace cómplice) hasta la pobreza como resultado de malas decisiones, De Sica propicia un pequeño espacio para la reflexión individual que a veces peca de ambiguo. Ni su comedia es tan palpable como en el fragmento de Fellini, ni su comentario tan urgente como en el de Monicelli. Sin embargo, consigue un bonito contrapunto. Por una parte, percibimos la tristeza y soledad de los personajes; y por otra, disfrutamos con divertidas líneas. Por ejemplo, la secuencia de la escapada en caravana. Personalmente, vuelvo a quedarme con el personaje femenino: una mujer con la mirada en el futuro, llena de cicatrices convertidas en fortalezas.
¿Dónde puedes verla?
Boccaccio 70 está disponible en Filmin.
Bravo!!!👏🏼👏🏼👏🏼
¿Sabe alguien en todo el mundo por qué, siendo de 1962, la película se llamó Boccaccio ’70? Lo de Boccaccio lo entiendo -recreación de los cuentos del Decamerón-, pero ¿lo otro?
Para actualizarlo en los tiempos más modernos posibles y avanzando 8 años …